Como en todos los oficios o profesiones, la excelencia es consecuencia del esfuerzo y la actitud en el trabajo que desarrollamos.
Recuerdo mi primera formación hace ya tiempo en Bouncopy, donde el formador preguntó qué era más importante, la aptitud o la actitud. Aunque fonéticamente puedan parecer lo mismo, no lo son en absoluto. La palabra aptitud califica la formación, capacidad y conocimientos que se tienen para desarrollar un trabajo. Sin embargo, la actitud es el comportamiento o el empeño que se pone para conseguir un fin. Ambas son importantes, pero, sin actitud, la aptitud no siempre nos lleva a conseguir lo mejor de nosotros mismos y/o para los demás. Este pequeño detalle, nunca lo he olvidado.
Cuando por primera vez me presenté a una entrevista para un puesto de teleoperador, a la vista de mi currículum, mi interlocutora me hizo una pregunta ante la duda, no de mi preparación técnica o de conocimiento, si no, precisamente, de cuál sería mi actitud:
-"¿Será usted capaz de soportar ocho horas seguidas al teléfono? Se lo pregunto por su trayectoria profesional, no porque dude de sus conocimientos...
-Por supuesto -le respondí, sin dudar-"
Sé, que aquella mujer tenía muchas reservas acerca de cuál sería mi actitud ante un trabajo que requiere, sobre todo, de esa virtud.
Es cierto que es un trabajo monótono. Que requiere de una fuerza mental fuera de lo común y que, a pesar de lo que muchos creen, no es nada fácil. De hecho, quedé sorprendido de los resultados que obtenían mis primeros compañeros. Ser capaz de afrontar respuestas negativas, sin que te afecte en tu siguiente llamada, es una virtud que no todos tenemos. Pero para eso te preparan.
Muchos de los que leáis este artículo, habréis pasado por mí misma experiencia, pero a los que estéis pensando en trabajar en este sector singular y "odiado" por el "mundo exterior", os diré que tiene un mucho de psicología y sociología, un poco de "demencia surrealista" y un gran y profundo sentido de solidaridad y compañerismo, con las excepciones de toda regla, en una compañía formada por miles de trabajadores. Nada es perfecto. Siempre tengo quejas. Muchas. Casi todas, por pensar que se pueden mejorar multitud de procedimientos, otras por el empeño en mejorar nuestras condiciones de trabajo, sociales, salariales, etc. Así debe ser siempre, desde el respeto mutuo entre superiores y subordinados. Nunca entre amos y esclavos.
En nueve años de experiencia en el sector, he pasado por tres compañías, hasta llegar aquí. Mi experiencia ha sido positiva.
Salesland, al menos en la campaña donde presto mis servicios, es una empresa diferente. El grado de compañerismo, en general, es excelente. La presión es soportable, en términos generales y, la flexibilidad, siempre que no se superen ciertos límites, no es ni mucho menos poca. Puedes trabajar desde casa (teletrabajo), adecuar el horario a tus necesidades, disfrutar
de tus vacaciones en tiempo y forma, y de un ambiente de trabajo que, aunque a veces echas de menos un poco más de silencio, permite una relación interpersonal más cálida.
Solamente te piden una cosa: ACTITUD, IMPLICACIÓN Y ESFUERZO PARA CONSEGUIR LAS METAS.
Si eres profesional y quieres aprender, si te gusta la venta, si deseas formarte como teleoperador, nunca te faltará trabajo.
El valor de tus "acciones" depende de ti. Tu creas el "valor añadido".
Mario Sender, "el que escribe".